Los XX Premios a la Conservación de la Biodiversidad reconocen los proyectos para preservar el ibis eremita en España, las aves playeras migratorias en Latinoamérica y los elefantes en África
La exitosa reintroducción del ibis eremita, un ave que se había extinguido en la península ibérica, gracias a un innovador programa de cría en cautividad en Cádiz; la protección de las aves playeras migratorias de toda la costa del Pacífico latinoamericano, mediante una red internacional de colaboración entre 11 países, desde México a Chile; la conservación de las dos principales especies de elefantes que se encuentran en peligro de extinción en África; y las trayectorias ejemplares de cuatro pioneros de la comunicación ambiental –Josefina Maestre y José Ramón González Pan, en formatos audiovisuales; y Mónica Fernández-Aceytuno y Carlos Fresneda, en otros formatos–, son los galardonados con los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, que este año celebran su XX edición.
23 septiembre, 2025
El premio en la categoría de Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en España se ha otorgado al proyecto para la reintroducción en Cádiz del ibis eremita, impulsado por el Centro de Conservación de la Biodiversidad Zoobotánico de Jerez Alberto Durán, “por representar un caso de éxito de reintroducción de una especie localmente extinta de una de las aves más amenazadas del mundo”, según resalta el jurado. Esta iniciativa no solo ha logrado “crear una colonia reproductora”, sino que además ha conseguido el hito de “conectar esta nueva población con una ya preexistente en Austria, a través de sus rutas migratorias”.
El proyecto para conservar las aves playeras migratorias del Pacífico americano, coordinado desde Colombia, ha sido premiado en la modalidad de Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en Latinoamérica por las actuaciones desarrolladas en una “amplia franja geográfica, alineando la fundamentación científica y la participación de la sociedad, desde México hasta Chile, englobando 148 humedales costeros en 11 países”, en palabras del jurado. “En su trabajo”, añade, “sobresalen las acciones de conservación informadas y evaluadas científicamente, la creación de bases de datos disponibles para la comunidad científica, y el éxito en la mitigación de las perturbaciones humanas en las poblaciones de aves playeras”.
El Premio Mundial Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad se ha concedido al proyecto Elephant Crisis Fund, en Kenia, “por su contribución pionera y continuada a la conservación de dos especies del elefante africano en peligro de extinción”. Sus actuaciones, destaca el jurado, han logrado “resultados sobresalientes” en la reducción de las principales amenazas a las que se enfrentan tanto los elefantes de sabana (Loxodonta africana) como los elefantes de bosque (Loxodonta cyclotis): el comercio ilegal de marfil, la destrucción de su hábitat y los conflictos con las poblaciones locales.
En la categoría de Difusión del Conocimiento y Sensibilización dedicada a formatos audiovisuales se ha premiado, ex aequo, a Josefina Maestre, directora del programa Reserva natural, de Radio 5 (Radio Nacional de España), y a José Ramón González Pan, Jefe de Publicaciones del Organismo Autónomo de Parques Nacionales. Con “más de tres décadas de trayectoria”, resalta el jurado, Maestre dirige uno de los programas más veteranos de la radio española dedicado al medio ambiente, “informando siempre con rigor científico y poniendo énfasis en la sensibilización ambiental y en la participación ciudadana”. Por su parte, González Pan “destaca por su amplia trayectoria profesional en la que ha combinado el impulso en España de la educación ambiental con numerosas producciones audiovisuales”, como De parque en parque (RTVE), una serie documental de 16 capítulos dedicada a los Parques Nacionales españoles.
Finalmente, la comunicadora ambiental Mónica Fernández-Aceytuno y el corresponsal de El Mundo Carlos Fresneda han sido reconocidos, ex aequo, con el premio de Difusión del Conocimiento y Sensibilización en otros formatos. A lo largo de una “dilatada e incansable trayectoria proyectando el medio ambiente a la sociedad a través del mundo de las letras y de la radio”, Fernández-Aceytuno ha creado “un universo propio de palabras que vinculan al lector directamente con los más variados fenómenos y procesos de la naturaleza”, construyendo “un ecosistema humano sensible a la conservación del medio ambiente”, en palabras del jurado. Fresneda, por su parte, ha sido “un pionero de la comunicación ambiental” que a través de su labor en la prensa escrita “ha dado voz tanto a destacados científicos como a un amplio abanico de figuras del mundo de la conservación, difundiendo iniciativas novedosas y vanguardistas que contribuyen a la mejora de nuestro Planeta”.
Actuaciones en España: Centro de Conservación de la Biodiversidad Zoobotánico Jerez
La reintroducción en la Península ibérica de una de las aves más amenazadas del mundo
El ibis eremita, un ave de color negro, pico largo curvado y un característico cráneo que explica su otro nombre (“ibis calvo del norte”) pasó de estar presente en el norte de África, Oriente Próximo, el sur de Europa —incluida España— y Europa Central, a extinguirse en todos estos territorios con la única excepción de Marruecos, donde permanecen unos 700 ejemplares sedentarios en libertad. En los años 90 del siglo pasado se dio la voz de alarma a nivel internacional y el Centro de Conservación de la Biodiversidad Zoobotánico Jerez (ZBJ) Alberto Durán —institución pública dependiente del Ayuntamiento de Jérez— emprendió el Proyecto Eremita, con el fin de crear una colonia reproductora que fuera el punto de partida para la reintroducción de la especie en nuestro país.
“El ibis eremita es un ave que vive en grupo, pasa mucho tiempo en el suelo y se alimenta fundamentalmente de insectos que extrae con su largo pico. Por este motivo, su hábitat ideal son los pastizales”, explica Miguel Ángel Quevedo, coordinador del proyecto. “En los últimos 50 años ha sufrido un declive del 90% de su población mundial a causa de la persecución directa, los pesticidas y los cambios en el uso del suelo, que con el tiempo han convertido los pastizales en campos de cultivo”.
Dado que anida en acantilados costeros y de interior, el International Advisory Group for the Northern Bald Ibis —un grupo internacional de expertos impulsado por el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas para proteger a esta especie— propuso el sur de España como una zona apta para la especie y el ZBJ lanzó oficialmente el Proyecto Eremita en 2003, para su reintroducción en la comarca de las Jandas, en Cádiz. La colaboración del Ministerio de Defensa permitió la instalación de un aviario en un extremo del área militar del Retín, cercana a Zahara de los Atunes, y la Junta de Andalucía cofinanció el estudio de los métodos de liberación, que contó con el asesoramiento científico de la Estación Biológica de Doñana (CSIC).
“Las personas que intervenían en la cría en cautividad usaban un casco con forma de ibis eremita y camiseta negra porque así lográbamos que las crías guardasen recuerdo de ellas con ese atuendo, pero no las reconocieran cuando se lo quitaban”, señala Quevedo. “Esto era importante porque no queríamos que, una vez en libertad, las aves se fueran hacia cualquier ser humano con el que se cruzaran, pero sí que —mientras estaban disfrazadas— las siguieran para su expansión por la zona una vez que abríamos el aviario”. A partir de 2004, el ZBJ crio, liberó al medio y monitorizó unos 30 pollos al año. Este esfuerzo logró, en 2008, un hito fundamental: la primera reproducción en la naturaleza de aves nacidas en cautividad.
El proyecto entró así en la siguiente fase, gracias a la colaboración de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA, por sus siglas en inglés), que en los años 90 había puesto en marcha un programa de cría en cautividad, pues “se daba la paradoja de que mientras el ibis eremita se extinguía en el medio natural, había entre 1.000 y 1.500 ejemplares en zoos de todo el continente”, relata Quevedo. Así fue como más de 30 zoos de Alemania, Austria, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Reino Unido, República Checa y Suiza comenzaron a enviar juveniles al Proyecto Eremita. “Esto nos permitió introducir 60 pollos cada año, logrando la integración entre ejemplares del ZBJ y de Europa”, señala Mariano Cuadrado, biólogo conservador y otro de los líderes del proyecto. “Desde 2014 cada año nacen entre 35 y 55 pollos en libertad, de manera que ya tenemos una población estable; y pensamos —lo estamos evaluando— que autosuficiente, es decir, que nacen más individuos de los que mueren. Hemos dejado de introducir pollos criados en cautividad para poder confirmarlo”, añade. El número de parejas reproductoras y de pollos nacidos en libertad se incrementa cada año y en 2024 se registraron 32 nidos distribuidos en 3 colonias que dieron lugar a 64 nacimientos.
“Nuestra mentalidad no es tener animales para su exhibición, sino para la conservación”, apunta Quevedo, a lo que Mariano Cuadrado añade: “la reintroducción del ibis es la culminación de años de trabajo con especies ibéricas amenazadas: el lince ibérico, la espátula, el alimoche, el quebrantahuesos, la cerceta pardilla y el cernícalo primilla, entre otros”. Tal y como afirma en su carta de nominación Maher Mahjoub, director del Centro de Cooperación para el Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, todos estos éxitos han convertido al ZBJ en “un referente internacional en proyectos de cría de especies amenazadas”.
Actuaciones en Latinoamérica: Proyecto de Aves Playeras Migratorias
Una red internacional de 11 países para proteger las aves migratorias del Pacífico
El Proyecto de Aves Playeras Migratorias nació en 2011 como una red de organizaciones dedicadas a realizar conteos científicos de aves playeras en los lugares por donde migraban. Catorce años más tarde, aglutina a organizaciones de los 11 países que tienen costa en el Pacífico latinoamericano, desde México hasta Chile, convirtiéndose así en un apoyo clave para la conservación de estas aves y fortaleciendo las comunidades que viven en torno a sus ecosistemas.
Cuando Luis Fernando Castillo cursaba la asignatura de Ecología de Aves Marinas y Playeras en la Universidad del Valle (Colombia), un grupo de estudiantes se organizó para anillar las aves que pasaban por las playas colombianas durante su migración, y liberarlas con la esperanza de que su esfuerzo contribuyera a estudiar mejor su comportamiento. “Por aquel entonces —recuerda Castillo—, el estudio de las aves playeras era muy novedoso. Pero nos resultaba muy excitante pensar que estábamos contribuyendo a un ejercicio mucho más grande, que nuestra playa estaba conectada con Alaska y con la Patagonia”.
Aquel grupo pronto se constituyó en la Asociación Calidris, de la que Castillo es hoy director, y, dado el carácter migratorio de las aves, enseguida comenzó a interactuar con otras iniciativas similares de otros países. Apoyados por el Servicio Forestal de Estados Unidos, concibieron un proyecto de monitoreo que integrara toda la región que abarcaban aquellas aves. Se fueron sumando más países paulatinamente y, desde 2019, el proyecto integra a Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México, incorporando además a organizaciones en los dos países del Pacífico norteamericano, Estados Unidos y Canadá.
Además, los conteos de aves revelaron qué actividades humanas podían amenazar su subsistencia, y la red ha pasado a involucrarse directamente en la conservación de estos animales a través de diversas actividades. “Las personas que están en la playa divirtiéndose a veces piensan que su comportamiento es inocuo”, explica Diana Lucía Eusse, investigadora asociada a Calidris y coordinadora del Proyecto. “Una herramienta clave para mitigar este impacto han sido los festivales de aves, que han sido enormemente efectivos en contarle a la gente de una manera festiva la importancia de las aves”, continúa, “y también se ha trabajado con inmobiliarias para crear zonas de exclusión que permitan que la playa se comparta entre aves y humanos en ciertas épocas del año”.
En otros muchos casos como este, la red ha comprobado que, para conservar las aves, es clave involucrar a la población local: “Esa ha sido la historia de Calidris”, apunta Castillo, “pasar de contar aves a pensar en cómo trabajas con la gente y atiendes sus necesidades”. “En Colombia y en otros lugares de Latinoamérica, los sitios biodiversos son compartidos por personas en algunos casos con situaciones complejas en términos de capital físico, educativo y de salud”, agrega Eusse. “Y a veces nosotros, en el estudio de la biología, somos capaces de llegar a sitios donde nadie más llega. La conservación de las aves también consiste en fortalecer la capacidad de agencia de las comunidades locales, porque cuando trabajas con las comunidades, se refleja en la naturaleza”.
La red también ha forjado lazos con productores de sal y de camarones en diversos países. En ambos casos, se han establecido recomendaciones para establecer niveles de agua en las piscinas tanto de sal como de camarones que permitan que las aves descansen y se alimenten allí. Pero la clave para que estas recomendaciones se lleven a la práctica ha sido resaltar los beneficios económicos que aportan a los productores, en cuanto a imagen corporativa y también entendiendo que la presencia o no de aves puede indicar que estas piscinas estén en mal estado y necesiten de intervención. “Ha sido uno de nuestros grandes aprendizajes como conservacionistas: el objetivo no es que todo produzca dinero, pero para tener éxito hay que poder hablar en términos de sostenibilidad en la producción”, argumenta Eusse.
Uno de los retos fundamentales que la red aborda diariamente es la grandísima diversidad entre las organizaciones participantes: “La realidad en cada país es diferente, la situación política, económica, los habitantes… Por eso tenemos que involucrar las necesidades y particularidades de cada lugar”, destaca Castillo, que agrega que las reuniones frecuentes y la capacidad de escucha emergen como las claves de su éxito en este sentido. Pero, además, la red promueve que todo el trabajo se realice localmente: “el proyecto ha sido una forma de posicionar a Latinoamérica y de dar a conocer que la gente de aquí también está capacitada”, concluye.
Premio Mundial: Elephant Crisis Fund
Objetivo: salvar a los elefantes del peligro de extinción en todo el continente africano
Con la ciencia y la colaboración como pilares esenciales, la organización Save the Elephants nació en 1993 para investigar la ecología y el comportamiento de estos animales y desarrollar estrategias para su conservación a lo largo del continente africano. Dos décadas más tarde, la organización estableció un fondo específico, el Elephant Crisis Fund, destinado a financiar pequeños proyectos de conservación promovidos por las comunidades locales de 34 países del continente, que en ocasiones sirven de ensayo para atraer una financiación mucho mayor. “Los grandes inversores muchas veces están dispuestos a donar millones de dólares para una estrategia concreta, pero aún no saben si funciona”, argumenta Frank Pope, CEO de Save the Elephants. “Así que nosotros financiamos un proyecto de, pongamos, 50.000 dólares a modo de prueba, sabiendo que puede catalizar una inversión mucho mayor si tiene éxito”.
El Fondo se diseñó inicialmente para abordar la crisis del marfil, que durante siglos había supuesto la mayor amenaza para los elefantes. Aunque el comercio de marfil se prohibió a nivel internacional en 1989, seguía existiendo una red internacional de comercio ilegal que, según estima la organización, solo entre 2010 y 2012 mató a 100.000 elefantes, un cuarto de la población en aquel momento en África.
Así, el Fondo se planteó como apoyo para las organizaciones locales que Save the Elephants había identificado como las más eficaces a la hora de proteger a estos animales de la crisis del marfil, proporcionándoles no solo financiación sino el conocimiento más avanzado sobre tecnologías y otras técnicas para acabar con la caza ilegal, el tráfico de elefantes y la demanda de marfil. Además, fue la primera organización en llevar a juicio en Estados Unidos a traficantes que, hasta entonces, se aprovechaban de las trabas internacionales y la corrupción de los sistemas judiciales en África para evadir la justicia.
“Viajamos continuamente a los países con los que trabajamos, escuchando las ideas de unas comunidades para proponérselas a otras y así compartir el mejor conocimiento”, explica Pope. Otra de las claves de su éxito es la rapidez: promueven propuestas breves que se evalúan una vez al mes y, una vez adjudicadas las ayudas, la financiación se materializa en un par de semanas.
Estos esfuerzos culminaron en 2018, cuando China, hasta entonces el principal mercado de marfil, dejó de promover el comercio doméstico de este material. Save the Elephants se planteó cerrar el Elephant Crisis Fund, pero finalmente decidió aprovechar la vasta red de contactos que había construido para seguir monitorizando el tráfico de elefantes y abordar el que ha pasado a ser el reto principal para estos animales: la coexistencia con los humanos.
Los elefantes llegan a romper tanques de almacenamiento de agua en las áreas menos lluviosas, lo que motiva la búsqueda de venganza por parte de las comunidades que allí habitan. Pero el mayor conflicto afecta a las áreas más húmedas, donde la población vive de la agricultura de subsistencia. “Los elefantes no saben lo que es un campo de cultivo, así que llegan a un maizal y en una tarde pueden arrasar con la comida de una familia entera”, alega Pope. “Aunque a esa familia antes le gustaran los elefantes, se vuelve en contra de ellos de repente para intentar protegerse”.
Sin embargo, los elefantes son una “piedra angular” de los ecosistemas, según Pope, ya que esparcen semillas, encuentran agua y abren caminos de los que otras especies se benefician. Para mitigar el conflicto con los humanos, la organización premiada ha diseñado lo que llaman una “caja de herramientas” que aúna el conocimiento acumulado sobre estrategias que evitan o disminuyen los choques entre personas y elefantes. “Una clave, por ejemplo, es planificar los desarrollos urbanísticos y de campos de cultivo para que no se sitúen en los corredores por los que pasan los elefantes. Dejar partes del terreno libres para los elefantes evita muchos conflictos”, constata Pope.
“Nos guía el concepto de Una Sola Salud”, continúa el CEO. “Si la gente sufre malnutrición o los niños no pueden ir al colegio, no se van a preocupar por los elefantes. Por eso parte de nuestro trabajo consiste en empoderar a las comunidades”. Promover cultivos que no comen los elefantes, establecer la venta de productos de artesanía como sustento y fortalecer los sistemas judiciales son maneras de fomentar también la conservación de los elefantes, alega Pope. “La población africana es la que más rápido está creciendo a nivel mundial. Con su desarrollo, cambia el paisaje, y los elefantes están en medio de todo esto. Tenemos ahora la oportunidad de lograr que las necesidades de los elefantes también se tengan en cuenta para que su prosperidad no entre en conflicto con la de los humanos”, concluye.
José Ramón González Pan (cedida), Josefina Maestre (cedida), Mónica Fernández-Aceytuno (© Roberto Seoane) y Carlos Fresneda (© Miguel Fresneda)
Difusión y sensibilización (Formatos Audiovisuales)
Josefina Maestre: Una apuesta sostenida por la información ambiental desde la radio
Desde 2008, Josefina Maestre Zango (Madrid, 1963) dirige Reserva natural en Radio 5, el programa radiofónico más veterano de emisión nacional dedicado al medio ambiente, que inició su andadura hace más de dos décadas. “Es un éxito que la radio pública haya hecho una apuesta importante por mantener una información sobre el medio ambiente de forma continuada con profesionales especializados”, celebra Maestre, especialmente porque estos contenidos “llevan aparejados un impulso hacia la acción cívica ciudadana. Somos servidores públicos cumpliendo una función social”.
En su cita dominical con los oyentes de Reserva natural, Maestre invita a reflexionar sobre las relaciones entre el ser humano y su medio, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible, la transición ecológica, el consumo responsable o la participación social, sin dejar a un lado la economía, la cultura o la historia ligadas a la naturaleza. “Este abanico de temáticas vinculadas a tener una vida y un entorno saludable es lo que ha hecho que mucha gente se enganche a este tipo de contenidos”, desvela sobre la clave de la longevidad del formato.
El acta del premio reconoce sus más de tres décadas de trayectoria “informando siempre con rigor científico y poniendo énfasis en la sensibilización ambiental y en la participación ciudadana”, un compromiso profesional que arrancó en 1991, justo un año antes de la mítica Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, cuando asumió la dirección de la pionera revista Ecología y sociedad.
“Entré en contacto con un grupo de periodistas y vimos la necesidad de crear un medio de comunicación generalista que divulgara este tipo de información, bajando al terreno temáticas como el deterioro de la naturaleza o la contaminación del agua y el aire. Fue un proyecto que me marcó y que hizo que los siguientes pasos se encaminaran a seguir por esta rama del periodismo especializado”.
Tras esta experiencia, continuó publicando en medios como el suplemento Biosfera de Diario 16 o el suplemento semanal de El País, antes de su entrada en el año 1996 en Radio 5, donde durante 16 años dirigió el espacio Naturaleza y medio ambiente, además de tener colaboraciones específicas en programas genéricos de Radio Nacional con secciones ambientales.
Maestre manifiesta su fascinación por la radio, su medio predilecto, porque ofrece “la posibilidad de no solo relatar titulares, sino que permite hacer una narración más larga porque tenemos el lenguaje a nuestro favor. Trasladamos imágenes a los oyentes a través de la voz y una buena narración”.
Su trabajo como periodista lo ha compaginado con el de educadora ambiental gracias a Reserva natural extra, un proyecto radiofónico con el que se ha desplazado hasta centros de Secundaria y Bachillerato para que más de 3.000 estudiantes de la “generación que tiene la llave para poder dar la vuelta a la emergencia ecológica y a la crisis de biodiversidad que estamos viviendo” participaran “en vivo” en el programa, en el que se han sucedido entrevistas con reconocidos naturalistas, investigadores, escritores, músicos o deportistas.
Además, Maestre cuenta con una amplia experiencia en proyectos y trabajos editoriales sobre biodiversidad y medio ambiente, tras impulsar la fundación de dos editoriales especializadas, Calenda y Viento Norte.
Entusiasta de la ornitología, ha coordinado el Ciclo de Cine Documental Pajareros, de SEO/BirdLife, con once ediciones realizadas hasta la fecha.
A la vista de la emergente amenaza de la desinformación, la periodista subraya la importancia de los informadores medioambientales como “vehículo para que la voz de los científicos y legisladores llegue a la ciudadanía, algo de gran relevancia para que la ciencia y la política avance” y asevera que “tenemos que defender más que nunca un periodismo basado en fuentes creíbles y que otorgue rigor científico a las informaciones”.
José Ramón González Pan: Una exploración multimedia de los Parques Nacionales españoles
La vocación medioambiental de José Ramón González Pan (Madrid, 1958) se fraguó en su infancia en el hogar de su abuela, en la Galicia rural, un entorno que le encaminó hacia la ingeniería forestal. Desde 2015, es Jefe del Servicio de Publicaciones del Organismo Autónomo Parques Nacionales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, donde se encarga de la coordinación y edición de más de 200 libros físicos y digitales y más de 2 millones de materiales de difusión y sensibilización sobre conservación de la naturaleza y los parques naturales en España, “uno de los mejores escenarios para investigar el cambio climático”.
Tras sus inicios en 1981 como divulgador y monitor ambiental, en 1987 se convirtió en el primer director del Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), donde fue uno de los pioneros en incorporar la educación ambiental en el sistema educativo español, diseñando y produciendo los primeros programas formativos con un enfoque transversal. “Es trascendental educar para el medio ambiente”, recalca González Pan, “porque supone una reconducción de los modelos tradicionales ajustando conceptos de globalidad”.
Guionista y director de múltiples producciones audiovisuales con temáticas de educación ambiental, formación y prevención de incendios forestales a escala estatal, en la trayectoria de González Pan destaca especialmente la serie documental De parque en parque, un recorrido por los espacios naturales más emblemáticos del país realizado para Televisión Española. “Hacer una serie de la red íntegra de los 16 Parques Nacionales españoles y tener la oportunidad de entrevistar a más de 300 investigadores, científicos, divulgadores, gestores, técnicos y habitantes de las zonas para que cuenten su percepción es un lujo que está al alcance de muy pocos”, recuerda.
El naturalista rechaza la escenificación artificial de la naturaleza, aunque “a veces, haya que estar dos semanas esperando pacientemente a 50 metros de un nido de quebrantahuesos para grabarlo, lo que significa pasar frío o gastar mucho tiempo en rodar. Hace muy poco rentable un plano de 20 segundos, pero es la verdad y la verdad es indiscutible siempre”.
Precisamente, el compromiso con la autenticidad de las imágenes le ha exigido hacer uso de innovadoras técnicas audiovisuales: “En el Parque Nacional de la parte de Cantabria, conseguí unos planos inéditos en 4K de osos con unas cámaras especiales de fototrampeo. Ahí te das cuenta de que cuando el animal no tiene conciencia de que hay nadie alrededor, se comporta de una manera totalmente distinta”.
González Pan ha colaborado además en multitud de medios como portavoz experto en prevención y lucha contra los incendios, una labor que ha hecho evidente su relevancia tras los incendios que han asolado buena parte de España este último verano. “El fuego, a pesar de ser un elemento de la naturaleza, en nuestras manos se convierte en un riesgo dañino para la biodiversidad”, subraya. “Comunicar la preocupación que debemos tener es una exigencia imprescindible”.
También ha trabajado como articulista de medio ambiente en Cambio 16 y como colaborador en El País, donde ha publicado más de un centenar de artículos sobre biodiversidad. A lo largo de su carrera, ha sido testigo del cambio de sensibilidad en los medios hacia cuestiones de biodiversidad: “Antes, se financiaban económicamente campañas de concienciación sobre incendios forestales, por ejemplo, pero ahora son los medios de comunicación quienes asumen ese papel. Ya no se espera a que haya un plan de medios para financiar una campaña, sino que son los propios periodistas quienes contribuyen a la sensibilización”.
Su aproximación a la divulgación de la conservación de la biodiversidad, íntimamente vinculada a la geografía y al estudio del paisaje, le ha llevado a ser autor y coordinador de múltiples publicaciones sobre los Picos de Europa, Doñana, las Tablas de Daimiel, la Sierra de Las Nieves y otros Parques Nacionales.
Tras haberse labrado una trayectoria de más de tres décadas, sigue manteniendo el afán por aprender: “Me motiva autoexigirme, aprender y estudiar constantemente para intentar responder cuestiones complicadas de manera sencilla”.
Difusión (resto de formatos)
Mónica Fernández-Aceytuno: Reconectar con la naturaleza a través del poder de la palabra
Mónica Fernández-Aceytuno (Villa Cisneros, Sáhara Occidental, 1961) es comunicadora ambiental y escritora de naturaleza. Actualmente colabora en la Cadena SER, en el programa Hoy por Hoy Madrid, para hacer llegar a través de la radio su Diccionario Aceytuno, una colección de palabras para nombrar la naturaleza que ha ido recopilando y definiendo a lo largo de su carrera.
Bióloga de formación, fue tras una estancia en Alaska cuando Fernández-Aceytuno, que en esa época trabajaba para unos laboratorios catalanes, decidió cambiar de rumbo profesional: “Salí de ese viaje transformada y decidida, tras haber contemplado la maravillosa naturaleza de Alaska, a dejar mi trabajo, que era un buen trabajo, para dedicarme a difundir la belleza de la naturaleza”. Comenzó en el programa Hoy por hoy de la Cadena SER, en 1991, entonces presentado por Iñaki Gabilondo, en el que cada día, después del boletín de las 10:00, elaboraba un Parte Natural. Explica que, como si de la información del tiempo se tratara, hablaba de floraciones, llegada de orcas o golondrinas, daba el índice de la capa de ozono, el riesgo de incendios y compartía los sonidos de la naturaleza: “Ya entonces defendía que la naturaleza tenía que ser como la cultura, que debía ser noticia sin necesidad de que hubiera una catástrofe. No solo se habla de un museo porque se haya quemado, sino sobre todo cuando se inaugura una muestra. La naturaleza es una exposición de arte permanente, y hay que darla a conocer para que todo el mundo disfrute de ese patrimonio natural cada día”.
La repercusión de ese Parte Natural le abrió las puertas para escribir sobre medio ambiente en numerosos diarios y revistas de prensa. Empezó en Cambio 16, donde tenía una página completa, y siguió en Diario 16. Después, su firma como columnista se mudó a ABC, donde permaneció desde hace 19 años hasta 2016. Aunque comenzó en la sección de Sucesos, con un artículo titulado “Llegan los pájaros que duermen en el aire”, pronto vio nacer la sección de Ecología. “Fue muy bonito llevar los vencejos a la prensa de papel”, recuerda.
La escritora enfatiza el poder que tiene la palabra para hacernos conscientes del entorno en el que vivimos y de su belleza. “Estamos perdiendo la visión de las maravillas de la naturaleza en España, el país con mayor biodiversidad en Europa, por no saber nombrarlas. Hay muy pocas personas capaces de nombrar el árbol que tienen debajo de su casa, el pájaro que les sobrevuela cada día, los insectos que se encuentran, las sensaciones que provocan los paisajes que ven. El lenguaje humano nos ha alejado de la naturaleza y pretendo, a través de él, volver a conectarnos con ella”, sostiene. Para ello, ideó el Diccionario Aceytuno en 2012, que ahora tiene miles de términos alojados en su página web. Este glosario dispone de su propia “academia”, con académicos dedicados a distintas especies (por ejemplo, el oso pardo, el alcornoque o la encina) que se encargan de recopilar esas palabras.
Además de estas iniciativas, Aceytuno ha escrito para revistas especializadas como Salvaje, ha realizado los microdocumentales de la fauna y flora españolas Clips Natura y ha publicado varios libros divulgativos como El país de los pájaros que duermen en el aire, La tercera rama o el más reciente Mañana es tarde, en el que propugna un modelo de desarrollo sostenible que preserve la biodiversidad.
La escritora galardonada aboga por cultivar una “tercera rama”, entre ciencias y letras, que aúna el conocimiento de ambas: “Pienso que todas las artes y ciencias ayudan a la comprensión del entorno. También el conocimiento puede venir de la poesía y de las letras. Yo he transitado la tercera rama para, a través de la palabra, la poesía y la escritura, manifestar la ciencia, divulgar y hacer difusión del conocimiento. Si queremos que las personas defiendan la naturaleza y la conozcan, les tiene que conmover. La poesía y el arte son los que transmiten la emoción de la belleza de la naturaleza, que es lo que nos mueve realmente”.
Carlos Fresneda: La voz de los ‘ecohéroes’ que proponen soluciones para la crisis ambiental
Carlos Fresneda (Madrid, 1963) es en la actualidad corresponsal de El Mundo en París. Hace seis meses llegó a la capital francesa, que considera un referente mundial por su transformación verde y en la que dice sentirse como en su “pequeño paraíso”, pero anteriormente trabajó en Londres, Nueva York y Milán para ese mismo diario.
El periodista vivió su infancia en Carabanchel –“en la Calle del Campo, porque entonces la ciudad acababa realmente allí”, apunta– donde, a pesar de estar rodeado de un entorno mayoritariamente urbano, siempre estuvo atraído por el medio ambiente. “Esa querencia por la naturaleza, potenciada a través del contacto que tenía con Adena (hoy WWF/Adena) y la CODA (lo que ahora es Ecologistas en Acción), me llevó a escribir sobre la creación del Parque Regional del Manzanares o el problema del gas radiactivo radón en la sierra madrileña. Fue entonces cuando vi claro que había un campo por explorar en periodismo, mientras seguía muy pendiente del día a día en la información local”, rememora.
Tras iniciar su carrera en El País, Fresneda se unió en 1987 al equipo fundador de El Mundo, donde compaginó la frenética labor de corresponsal con un periodismo focalizado en los temas del medio ambiente. “He tenido la mala suerte de que, allá donde iba, se acababa complicando la situación. En Italia, por ejemplo, me tocó una etapa muy conflictiva con los asesinatos de la mafia de Borsellino y de Falcone, pero también asistí al nacimiento del movimiento Slow Food con Carlo Petrini. Las noticias medioambientales me han servido de antídoto para no convertirme en el triste notario del día a día. Intento enfocarlas hacia el lado de las soluciones y a contar historias personales”, señala.
Algunos de esos reportajes sobre los protagonistas de la actualidad medioambiental los escribió para el suplemento medioambiental Natura de El Mundo; otros los publicó en su blog Ecohéroes, integrado en la web del mismo periódico. Entrevistó a científicos como el químico atmosférico James Lovelock, la bióloga marina Sylvia Earle, o el climatólogo James Hansen, pionero en alertar sobre el cambio climático, y a activistas como Jane Goodall, Paul Hawken o George Monbiot. Además de su labor en prensa, es autor de una trilogía ambiental literaria compuesta por La vida simple (1997), Ecoheroes: 100 voces por la salud del planeta (2020), y Un siglo verde (2023). Ahora contempla un nuevo proyecto: la escritura de un nuevo libro llamado La ciudad posible, para el que quiere recorrer varias urbes que están marcando el futuro, no solo en el norte global, sino en América Latina (Medellín, Curitiba), África (Freetown) y Asia (Singapur, Chengdú).
Entre sus principales referentes en la comunicación ambiental menciona a dos galardonados previamente con este mismo premio: el escritor Joaquín Araújo y el primer corresponsal ambiental de El Mundo, Gustavo Catalán Deus, fallecido este año, resaltando también la impronta que dejó Félix Rodríguez de la Fuente en toda una generación marcada por El hombre y la Tierra. Al mismo tiempo, destaca también tres libros que influyeron directamente en su vocación como periodista ambiental: Biophilia, de Edward O. Wilson, El mundo sin nosotros, de Alan Weisman y La red oculta de la vida, de Melvin Sheldrake.
Preguntado por el mayor reto de la prensa medioambiental, señala la falta de espacio dedicado por los medios a estos temas: “Parece que el mundo climático solo interesa cuando hay un desastre y cuesta darle continuidad en los medios. Es especialmente difícil encontrar un espacio para contarlo desde el punto de vista de las soluciones, porque se sigue considerando que, si no son malas noticias, no son noticias”. Por ello, el corresponsal reivindica la vuelta de suplementos ambientales como los que tenían los periódicos antes de la crisis de 2008.
Fresneda considera que estamos pasando por un momento sombrío a nivel global, marcado por la renuncia de Estados Unidos a los grandes acuerdos climáticos y tratados. Sin embargo, reivindica que sigue habiendo “luz al final del túnel y, sobre todo, gente que hace una labor que, tarde o temprano, acabará dando sus frutos”.
Sobre los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad
El desafío de preservar la biodiversidad a escala global es el gran reto ambiental de nuestro tiempo, junto con el cambio climático. En este contexto, desde hace dos décadas los Premios a la Conservación de la Biodiversidad de la Fundación BBVA reconocen la labor de personas y organizaciones que han logrado resultados relevantes y perdurables en la protección de la biodiversidad, así como de profesionales del mundo de la comunicación que difunden el mejor conocimiento científico e informan sobre la crisis ambiental para concienciar y sensibilizar a la sociedad ante este reto.
Cada una de las tres modalidades de actuaciones, en España, Latinoamérica y Mundo, está dotada con 250.00 euros, y las dos categorías de difusión y sensibilización, con 80.000 euros cada una de ellas, lo que sitúa a estos galardones entre los de mayor dotación económica a escala internacional en el ámbito del medio ambiente.
El jurado de los premios (ver composición más abajo) está integrado por investigadores científicos en el campo de las ciencias del medio ambiente y comunicadores ambientales, que representan ángulos complementarios en la conservación de la naturaleza.
Jurado
El jurado de esta edición ha estado presidido por Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, y ha contado como vocales con Marta Coll, profesora de investigación, Instituto de Ciencias del Mar, CSIC; José Luis Gallego, jefe de Medio Ambiente de El Confidencial; Silvia García, reportera especializada en Medio Ambiente de Antena 3 Noticias; Teresa Guerrero, responsable de la sección de Ciencia y Medio Ambiente de El Mundo; Ainhoa Magrach, profesora de investigación Ikerbasque del Basque Centre for Climate Change y presidenta de la AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre); Eva Rodríguez Nieto, responsable de la sección de Medio Ambiente y Sociedad de la Agencia SINC; Anna Traveset, profesora de Investigación del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, CSIC-Universitat de les Iles Balears.