El primer diagnóstico global del origen y la composición de la basura en los océanos
Un estudio publicado en la revista Nature Sustainability presenta el primer diagnóstico global del origen y composición de la basura vertida en el océano. La colaboración entre instituciones y ONGs de diez países ha permitido identificar los productos con mayor presencia en los grandes ecosistemas acuáticos, una información básica para implementar políticas de prevención frente a este problema medioambiental. El estudio, realizado gracias al apoyo de una Ayuda a Equipos de Investigación Científica de la Fundación BBVA en Ecología y Biología de la Conservación en 2016, presenta un nuevo paradigma para entender cómo el océano gestiona la acumulación de basura a través de un sistema de reparto selectivo entre los ecosistemas costeros y el océano abierto.
10 junio, 2021
Este trabajo pone cifras a la composición de la basura marina a escala global. En promedio, el 80% de los objetos encontrados son de plástico. Es de lejos el material dominante, seguido de metal, vidrio, ropa y textiles, goma, papel, y madera procesada. La mayor proporción de plástico se encuentra en las aguas superficiales (95%), seguida de las costas (83%), mientras que los lechos de los ríos muestran la menor proporción de plástico (49%).
Los objetos relacionados con el hogar y la actividad industrial tienen especial relevancia en los fondos y riberas de los ríos, mientras que los residuos relacionados con el consumo de tabaco (paquetes de cigarrillos, fundas plásticas y encendedores) son especialmente abundantes en playas. Aunque el estudio utilizó únicamente datos anteriores a la pandemia de Covid-19, artículos de origen médico e higiénico suelen aparecer en los fondos marinos cercanos a la costa, siendo relacionados con las descargas a través de los inodoros.
Pero lo que resulta más llamativo es que de las 112 categorías de basura utilizadas en el análisis, tan solo diez productos plásticos representan las tres cuartas partes de todos los artículos encontrados en el mundo. Los residuos procedentes de actividades de consumo al aire libre, principalmente de alimentos y bebidas para llevar listos para consumir, dominan ampliamente en la basura global. Las bolsas de un solo uso, las botellas, los envases de comida y los envoltorios son los cuatro productos más contaminantes, acumulando casi la mitad de todos los objetos encontrados.
Fuga continua de plástico a la naturaleza
La producción irresponsable de artículos plásticos de un solo uso, el comportamiento inadecuado de algunos usuarios, y los fallos en los sistemas de recuperación conllevan una fuga continua de plástico a la naturaleza. Esta entrada, junto con la persistencia del plástico, explican la exagerada presencia de este material en el océano. Ya se han diseñado planes de acción contra el plástico para la Unión Europea o el Reino Unido, sin embargo, las restricciones de mercado de estos planes se limitan a artículos de un solo uso superfluos o fácilmente reemplazables. “Las restricciones al uso de artículos plásticos como pajitas, bastoncillos para oídos y agitadores de bebidas, aunque son acertadas, aquí demostramos que no abordan aún el problema principal”, advierte Andrés Cózar, catedrático de Biología en la Universidad de Cádiz y coordinador del estudio.
Sobre la base de que evitar la producción de residuos es la forma más eficaz de minimizar la contaminación por basura, los autores abogan por la prohibición de productos plásticos prescindibles en las actividades de consumo al exterior como medida de gestión prioritaria. Para aquellos productos consumibles al aire libre que se consideren indispensables, el estudio sugiere una aplicación especial de la llamada “responsabilidad ampliada del productor” (RAP), unida a una tasa de depósito reembolsable al consumidor de productos en el exterior, ambas medidas justificadas por el riesgo extra de escape al medio de este tipo de productos. Asimismo, las sustituciones de artículos de plástico por alternativas hechas de materiales más fácilmente degradables deberían considerar los impactos a lo largo del ciclo de vida completo del producto, incluyendo su producción, transporte, y desechado. “Encontramos que los artículos de papel y cartón, por ejemplo, muestran una presencia muy baja en la naturaleza [1% de media], pero su producción requiere también un abastecimiento sostenible de materia prima”, apunta Carmen Morales, investigadora en la Universidad de Cádiz y primera autora del estudio.
“Nuestra idea inicial era sencilla, elaborar un ranking de los productos que más contribuyen a la basura marina como referencia para las políticas preventivas”, explica Carmen. “Pronto nos dimos cuenta de que no era una tarea tan sencilla; tuvimos la suerte de contar el apoyo de investigadores y ONG de todo el mundo, pero la información existente está basada en métodos de muestreo y criterios de clasificación muy dispares”, apostilla. La escasa comparabilidad de los datos impedía dibujar un cuadro comprehensivo de la situación. El equipo de investigadores aplicó un protocolo de armonización sistemática para integrar cada una de las grandes bases de datos disponibles en el mundo. Este proceso, con más de 12 millones de registros de basuras estandarizados, permitió conectar y comparar patrones entre ecosistemas y regiones del mundo.
Los plásticos “de usar y tirar” derivados del consumo en tierra son los productos más frecuentes en la basura marina a escala global. Sin embargo, la proporción de basura relacionada con actividad marítima aumenta en las zonas escasamente habitadas, hasta el punto de llegar a ser el tipo de basura predominante en alta mar y en las altas latitudes (> 50º). Curiosamente, la composición de la basura en la superficie del océano cambia de artículos de usar y tirar cerca de la costa, a un predominio de objetos relacionados con la pesca en alta mar. La explicación mostrada por el estudio tiene que ver con el efecto del viento y el oleaje, que barren recurrentemente los objetos flotantes hacia las costas. Allí acaban siendo acumulados en los fondos cercanos o bien entran en un proceso acelerado de desgaste y rotura en la costa, hasta ser reducidos a fragmentos diminutos, los microplásticos. Es entonces, en forma de microplásticos, cuando pueden más fácilmente vencer al oleaje, ser liberados a mar abierto, y entrar en los circuitos de transporte de las corrientes oceánicas.
Una base sólida para definir políticas eficaces
En 2014, Andrés Cózar y su equipo presentaron el primer mapa global de plástico en el océano. Revelaron la existencia de 5 grandes zonas de acumulación de plástico flotante, una en el centro de cada una de las cuencas oceánicas. Sin embargo, el 99% del plástico recogido en los grandes giros oceánicos durante aquella exploración fueron fragmentos menores de 2 cm. “Una gran pregunta nos quedó sin respuesta, ¿dónde estaban las botellas, bolsas, y todos esos grandes objetos que entran al mar?”, apunta Andrés. En esta ocasión, el equipo buscaba la basura marina de gran tamaño, la llamada macro-basura (> 2 cm), y la encontró ligada a las zonas costeras. “Las concentraciones de macro-basura en costas y fondos costeros son del orden de 10,000 veces superiores a las concentraciones en los fondos profundos, y 100.000 veces superiores que en las aguas oceánicas”, concluye Andrés. “La costa se presenta como franja clave para interceptar la basura antes de que se convierta en microplásticos y sean esparcidos sin control por el océano”, añade Carmen.
El estudio cifra la contribución de las actividades marítimas a la basura marina en un 22%, con la indicación de que esta estima representa un límite inferior. Sólo incluye objetos claramente relacionados con la actividad marítima (principalmente aparejos de pesca), aunque pueda haber artículos domésticos, industriales u otros que hayan sido desechados desde cualquier tipo de buque. La basura procedente de fuentes marinas, por su diversidad, requiere una receta de actuaciones más compleja, entre las que se sugiere una tasa fija global para el desembarque de residuos en puerto. “El desembarque de basuras en cualquier puerto no debería suponer un coste dependiente de la cantidad desembarcada”, señala Andrés.
La acumulación de basura en los océanos es uno de los grandes retos del presente siglo. La preocupación científica y social han desencadenado una oleada de iniciativas dirigidas a mitigar este problema. Sin embargo, el conocimiento necesario para orientar a los planes de actuación es aún limitado. Aunque abundante, la información necesaria para evaluar el origen de la basura está fragmentada y dispersa. La toma de decisiones, cada vez más urgentes, a menudo tiene que fundamentarse en datos con una visión parcial de la problemática. En este estudio, se identifican los productos con mayor presencia en cada una de las siete regiones socio-económicas del mundo. Aunque no hay una solución milagrosa para la contaminación por basuras, estudios como este proporcionan una base consistente sobre la que definir y coordinar planes de acción más efectivos.
La responsabilidad de los países europeos
Otro trabajo del que Andrés Cózar es coautor, publicado también hoy en Nature Sustainability, ha revelado que los países de altos ingresos se encuentran entre los que más contribuyen a la basura emitida desde Europa al océano, siendo los ríos las principales vías de entrada para los residuos transferidos desde tierra al océano. Los países del continente europeo emiten al océano más de 600 millones de macro basuras flotantes en un solo año. El plástico es el principal material observado en los ríos de toda Europa. Ocho de cada 10 objetos son de plástico, incluyendo plásticos de un solo uso, incluyendo botellas, envases (como envoltorios de alimentos) y bolsas. Casi el 40% de la basura flotante son trozos de plástico (fragmentos de otros objetos mayores), lo que significa que muchos plásticos empiezan a fragmentarse en las cuencas de los ríos, antes de llegar al océano.
Turquía, un país euroasiático de renta media-alta, es el principal contribuyente (17%) en la lista de países incluidos en el estudio. Sin embargo, es sorprendente ver que los países de renta alta se reparten el 64% del total de la carga anual emitida de basuras, con Italia, Reino Unido, España y Grecia entre los primeros contribuyentes. “Nuestros resultados demuestran que los países que supuestamente cuentan con las mejores estrategias de gestión de residuos no son capaces de impedir que los plásticos lleguen a sus cursos de agua y sus mares”, afirma Daniel González, investigador de la Universidad de Cádiz (UCA) y autor principal del estudio. “Esto ocurre en un escenario en el que los países con altos ingresos están aliviando presión de sus sistemas de gestión, exportando plástico a terceros países”, añade Andrés Cózar
Además del apoyo de la Fundación BBVA, el estudio cuenta con la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación y el Gobierno de Andalucía.