XVII Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad

XVII Premios a la Conservación de la Biodiversidad

La Fundación BBVA premia la defensa del lince, el águila imperial y el buitre negro en España, la protección del leopardo de las nieves en Asia y el periodismo ambiental de Clemente Álvarez

La conservación del águila imperial, el lince ibérico y el buitre negro en el monte mediterráneo; la protección del leopardo de las nieves y el ecosistema montañoso donde habita este felino amenazado en las grandes cordilleras de Asia; y el rigor y la innovación en el periodismo de Clemente Álvarez, responsable de la sección Clima y Medio Ambiente de El País, han sido galardonados en la XVII edición de los Premios a la Conservación de la Biodiversidad de la Fundación BBVA.

21 septiembre, 2022

XVII Edición

XVII Premios a la Conservación de la Biodiversidad

El premio en la categoría de Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en España se ha otorgado a Fundación CBD-Hábitat “por su labor pionera en defensa de la conservación del monte mediterráneo y algunas de sus especies más emblemáticas, como el águila imperial, el lince ibérico y el buitre negro”, según ha resaltado el acta del jurado. Durante una trayectoria de más de dos décadas, fundamentalmente a través de acuerdos de custodia del territorio con propietarios y usuarios de fincas, la organización premiada “ha conseguido integrar una base científica muy sólida con una actuación de campo eficaz y con resultados objetivos”.

La organización International Snow Leopard Trust ha obtenido el Premio Mundial a la Conservación de la Biodiversidad “por su excelente trabajo en la conservación de las últimas poblaciones de leopardo de las nieves, una de las especies más amenazadas del planeta”, en palabras del jurado. A través de una alianza internacional entre los gobiernos de los doce países donde habita el felino, este proyecto ha logrado “obtener los primeros resultados en una especie que constituye un símbolo de la conservación del patrimonio natural y cultural de las montañas de Asia, que acogen los picos más altos del planeta”.

El premio a la Difusión del Conocimiento y Sensibilización en Conservación de la Biodiversidad en España se ha concedido al periodista Clemente Álvarez, responsable de la sección Clima y Medio Ambiente del diario El País, “por su diferencial contribución a la información vinculada al medio ambiente desde el rigor, la innovación periodística y la creación de nuevos espacios y formatos narrativos”, según ha destacado el jurado, añadiendo que el premiado “representa una clara referencia del mejor periodismo ambiental en España”, con un estilo que “huye de los esquemas clásicos en favor de un enfoque más práctico y cercano a la cotidianidad, sin dejar de atender los grandes debates vinculados al cambio global y a la conservación de la biodiversidad”.

Un mosaico de ‘guardianes de la biodiversidad’

El desafío de preservar la biodiversidad a escala global es el gran reto ambiental de nuestro tiempo, junto con el cambio climático. Los últimos informes de organizaciones científicas de referencia como la IPBES y la IUCN alertan de que un millón de especies de animales y plantas se encuentra en peligro de desaparecer, y el ritmo de extinción es hasta 1.000 veces más rápido de lo que ocurriría de forma natural. Esta galopante crisis ambiental, documentada por el conocimiento científico, hace más necesaria que nunca la labor de los guardianes de la biodiversidad que reconocen los galardones de la Fundación BBVA: personas y organizaciones que logran resultados relevantes y perdurables en la protección de la naturaleza, así como de profesionales del mundo de la comunicación que difunden el mejor conocimiento científico e informan sobre la crisis ambiental para concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre este  monumental reto.

A lo largo de sus primeras 17 ediciones, los Premios a la Conservación de la Biodiversidad han reconocido a un amplio abanico de entidades que han logrado impulsar actuaciones eficaces en la defensa de la naturaleza, desde grandes organizaciones ecologistas, como WWF y SEO/Birdlife, hasta  asociaciones de ámbito local enfocadas a la preservación de una especie específica, como el oso pardo o el quebrantahuesos, o ecosistemas amenazados como los humedales y el Mar Menor, además de entidades públicas cuya labor es esencial en la defensa de la naturaleza, como el SEPRONA o la Fiscalía de Medio Ambiente. Al mismo tiempo han reconocido el papel fundamental que tienen los comunicadores ambientales a la hora de colocar la conservación en el primer plano de la actualidad, premiando tanto a periodistas especializados en medios, como a divulgadores que difunden el conocimiento sobre la naturaleza a través de múltiples canales y formatos, desde la ilustración y la fotografía hasta la grabación de audio y el documental cinematográfico.

En conjunto, los galardonados con los premios de la Fundación BBVA constituyen un mosaico que refleja cómo la crisis global de biodiversidad es una problemática compleja con múltiples facetas, que exige una gran variedad de estrategias a diferentes escalas y un compromiso sostenido en el tiempo para lograr avances significativos..

Tanto la categoría de Actuaciones en España como la Mundial están dotadas con 250.000 euros, y la de difusión y sensibilización con 80.000 euros, situándose entre los galardones de mayor cuantía a escala internacional. El jurado de los premios (ver composición al final) está integrado por investigadores científicos en el campo de las ciencias medioambientales, comunicadores, expertos de áreas como el derecho y la administración pública en materias de conservación y representantes de ONG conservacionistas, que aportan ángulos complementarios sobre la conservación de la naturaleza.

Actuaciones en España: CBD-Hábitat

Más de dos décadas de trabajo en defensa del lince, el águila imperial y el buitre negro

A mediados de los años noventa del siglo pasado, el lince ibérico se encontraba al borde de la extinción y su población estaba por debajo de los 100 ejemplares. Otras dos de las especies emblemáticas de la Península Ibérica, el águila imperial ibérica y el buitre negro, se enfrentaban también a situaciones muy graves de escasez de alimento debido a la disminución de la población de conejos y a la prohibición de dejar cadáveres de los animales en el campo tras la crisis de las vacas locas.

En este contexto nace en 1998 la Fundación para la Conservación de la Biodiversidad y su Hábitat (CBD-Hábitat) con el objetivo de salvar a estas especies y recuperar sus entornos naturales. “La Fundación cuenta con un equipo multidisciplinar en el que nos integramos biólogos, ingenieros de montes, técnicos, con una trayectoria que aúna investigación y conservación”, explica la directora gerente de la Fundación CBD-Hábitat, Nuria El Khadir Palomo.

Una de sus líneas principales de actuación se ha centrado en la conservación de estas especies del monte mediterráneo en alianza con el mundo rural. La organización se caracteriza por su papel mediador entre las propiedades privadas y la administración, siendo pionera en trabajar con la custodia del territorio en España, que consiste en el asesoramiento para la gestión sostenible de las fincas privadas, mostrando los beneficios de mantener un hábitat bien conservado.

“En 1999 fuimos pioneros en la introducción en España, junto a WWF, del modelo de acuerdo de custodia, porque nos centramos en especies que en gran parte estaban en propiedades privadas. Así que fuimos puerta a puerta hablando con gestores de fincas y propietarios para explicarles que queríamos conservar esas especies y en paralelo buscamos financiación y diseñamos medidas que después implementamos sobre el terreno”, señala El Khadir. Esta metodología es, hoy en día, una herramienta habitual de trabajo en muchas organizaciones de España.

“Empezamos en Sierra Morena colaborando con 10 fincas, viendo que no suponía un problema, y ha sido un intercambio de información y asesoramiento para aprender también de ellos, porque ya hacían una parte de conservación interna al tener en su finca a esos últimos ejemplares de lince”, añade. “La confianza es lo esencial; si no, los acuerdos de custodia no funcionan”.

Lo que diferencia a esta organización de otras implicadas en el proyecto del lince es el trato directo y personalizado, sobre el terreno, con propietarios, ganaderos, agricultores y cazadores. “Nos gusta definirnos como aliados con la naturaleza en el territorio. Nuestro trabajo ha demostrado cómo actores tan diversos como administraciones, organizaciones conservacionistas, empresas, propietarios de fincas, agricultores, ganadores y cazadores podemos colaborar y que la conservación implica a todos esos perfiles tan diversos”.

En el caso del lince, hay 548 ejemplares en vigilancia en territorios históricos de la Sierra de Andújar y en otras siete áreas de expansión y reintroducción de Jaén, Extremadura, Ciudad Real o Montes de Toledo. Han participado en la reintroducción de más de 160 en estas áreas, con lo que se ha contribuido al incremento de la población del felino, que ha pasado de 100 a más de 1.100 en 21 años.

Con las águilas imperiales y buitres negros, actuaciones como 88 radiomarcajes de rapaces, el rescate y recuperación de 28 ejemplares y un registro de amenazas –como las líneas eléctricas peligrosas– o la gestión de muladares fijos y móviles para mejorar la disponibilidad de alimento, han conseguido un incremento del 30% de la población en las fincas con las que tienen acuerdos de custodia.

Los recursos invertidos en la conservación de estas especies han beneficiado indirectamente al resto de especies del monte mediterráneo, por lo que se consideran especies paraguas. En especial al conejo de monte, para el que han creado más de 6.250 refugios, con una ocupación superior al 75%, la instalación de 484 puntos de agua y 270 comederos, o el arrendamiento de los derechos de caza del conejo durante seis años en zonas de la Sierra de Andújar donde hay hembras reproductores de lince.

“Para los conejos diseñamos un vivar de tubo, que es una madriguera en la que se podía meter el animal y que ningún depredador se lo pudiera comer. Lo hemos ido mejorando con el tiempo”, asegura El Khadir. Otra de las herramientas innovadoras que han desarrollado ha sido la alimentación suplementaria de linces, especialmente para que hembras con cachorros se pudieran alimentar de manera natural si no había conejos suficientes en la zona.

Ahora el reto es encajar en las prioridades de financiación de las administraciones para defender la conservación: “Los  proyectos en los que trabajamos requieren mucha financiación porque son a largo plazo. Por eso para organizaciones pequeñas como la nuestra un premio como éste es tan importante, porque además del reconocimiento supone una vía de financiación para continuar con nuestro trabajo en un momento complejo. La financiación se está concentrando en cuestiones como las energías renovables o el cambio climático, que son muy importantes, pero lo cierto es que la conservación pura y dura sobre el terreno, que es a lo que nosotros nos dedicamos, se está quedando fuera. A veces intentamos encajar en convocatorias públicas, pero perderíamos nuestra esencia, que es la conservación de especies y hábitats, que sigue siendo muy necesaria”.

Premio Mundial de Conservación: International Snow Leopard Trust

Una alianza internacional de 12 países asiáticos para salvar al leopardo de las nieves

El leopardo de las nieves es un depredador en la cúspide de la cadena alimentaria de su hábitat, y por eso la conservación de esta especie se considera fundamental para preservar la salud de todo el ecosistema montañoso del Himalaya y las otras grandes cordilleras de Asia. Esta región, conocida como el Tercer Polo de la Tierra, alberga 14 de las cumbres más altas del planeta y casi 100.000 kilómetros cuadrados de glaciares.

“Es un animal asombroso, el resultado de millones de años de evolución que le han permitido adaptarse a condiciones muy duras, de frío extremo, capaz de cazar a sus presas en zonas montañosas muy empinadas”, señala Charudutt Mishra, director ejecutivo del International Snow Leopard Trust, en una entrevista realizada poco después de conocer la concesión del Premio Mundial a la Conservación de la Biodiversidad a esta organización, por su contribución a la protección de este felino amenazado. “La especie es increíble en sí misma, pero además, cuando la proteges, estás contribuyendo a proteger todo un ecosistema y la biodiversidad asociada a ella”.

El territorio donde habita el leopardo de las nieves abarca dos millones de kilómetros cuadrados y se extiende por la geografía de 12 países asiáticos (Afganistán, Bután, China, India, Kazakstán, Kirguistán, Mongolia, Nepal, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán). Este ecosistema proporciona servicios esenciales, empezando por la provisión de agua para un tercio de la población mundial, que depende de los ríos que fluyen de estas montañas para obtener agua potable y para regadío.

La especie se encuentra acorralada por múltiples amenazas. Por un lado sufre las llamadas “matanzas de venganza”, explica Mishra, causadas por los ganaderos cuyos rebaños son atacados por el felino, así como por la caza furtiva y el tráfico ilegal de fauna. Además, en las últimas décadas su hábitat se ha visto cada vez más fragmentado por el desarrollo de grandes infraestructuras, fundamentalmente la construcción de carreteras, minas y presas. Por último, a todos estos riesgos hay que añadir el cambio climático, que está intensificando los peligros a los que se enfrenta esta especie y todo el ecosistema montañoso de Asia, debido a la frecuencia y la intensidad de episodios climáticos extremos y desastres naturales. “Toda la región se está calentando a una velocidad dos veces mayor que la media en el hemisferio norte”, señala Mishra.

Esta grave situación de fragilidad motivó hace ya más de cuatro décadas, en 1981, la creación del International Snow Leopard Trust, una organización definida por su director ejecutivo como una “alianza intergubernamental” que ha impulsado la cooperación entre los gobiernos de los 12 países donde habita el leopardo de las nieves para proteger a la especie y su ecosistema. Gracias a esta iniciativa, en 2013 se estableció una estrategia común de conservación a través de la llamada Declaración de Bishkek, suscrita por los gobiernos de los 12 países participantes para cooperar en la conservación del felino y su hábitat.

“Este compromiso refleja el poder que puede tener la conservación de la naturaleza para promover la cooperación internacional, incluso entre países que mantienen conflictos entre ellos”, recalca Mishra. “Si tenemos en cuenta que el hábitat del leopardo de las nieves abarca tantos territorios, su conservación sería imposible sin una colaboración que trasciende fronteras”.

El proyecto ya ha logrado establecer 24 áreas de protección (unos 500.000 kilómetros cuadrados) que abarcan un 25% del hábitat de la especie, donde se están implementando medidas de conservación en las que se han implicado tanto las autoridades de cada país participante, como la comunidad científica, ONGs, empresas y poblaciones locales. Mishra destaca en particular la eficacia de patrullas de vigilancia contra la caza furtiva con más de 400 guardabosques formados por la propia organización, la construcción de sistemas de vallado para proteger los ataques de leopardos al ganado y evitar así el conflicto con las comunidades locales, el desarrollo de proyectos de turismo sostenible de naturaleza en toda la región y la creación de programas de educación ambiental para concienciar a la población sobre el valor de conservar la especie.

Según algunas estimaciones, hoy ya sólo quedan unos 4.000 ejemplares del leopardo de las nieves. Sin embargo, Mishra señala que “se trata de una aproximación preliminar” y por eso mismo el International Snow Leopard Trust también está llevando a cabo ahora mismo el primer gran estudio científicamente robusto para comprobar el tamaño y la extensión de la población actual de la especie, una investigación cuyos resultados se publicarán en 2023.

“Lo que todos debemos comprender”, recalca Mishra, “es que la conservación de la naturaleza nunca es una cuestión meramente local, sino un desafío global que nos concierne a todos, gobiernos, empresas y sociedad civil. Como ha demostrado la pandemia, vivimos en un mundo totalmente interconectado, y por tanto lo que ocurre con la biodiversidad en una montañosa zona remota de Asia puede tener un impacto directo en la otra punta del planeta”.

Difusión y Sensibilización: Clemente Álvarez

24 años situando la información ambiental en el centro de la agenda pública

Clemente Álvarez (Madrid, 1973) lleva desde 1999 situando la información medioambiental en el centro de la agenda pública: en ese año llevó a la portada del periódico La Razón la negativa del entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, a respaldar el Protocolo de Kioto contra el cambio climático. “Lo más importante para conseguir la mayor difusión posible es tener la intención real de hacerlo, muchas veces no se llega porque realmente no se intenta. Con la enorme competencia de cuestiones que están hoy en día captando la atención de la gente, hay que conseguir que dejen de mirar eso para prestar atención a estas otras, las medioambientales, que van a condicionar el futuro del planeta”, asegura Álvarez poco después de conocer la noticia del premio.

En sus más de dos décadas de labor periodística en medioambiente, Clemente Álvarez ha participado en la creación de secciones especializadas en La Razón, Soitu, elDiario.es y El País. En 2014 fundó la revista especializada Ballena Blanca y posteriormente creó la sección de medio ambiente de Univision, uno de los principales canales de habla hispana en Estados Unidos, donde fue jefe de redacción durante dos años.

Todo este recorrido le vale el reconocimiento del jurado, “por su diferencial contribución a la información vinculada al medio ambiente desde el rigor” y por “representar una clara referencia del mejor periodismo ambiental en España”.

La Cumbre del Clima de la ONU de Copenhague en 2009 le sirvió para volver a poner el reto medioambiental en la portada de los periódicos: “Es cierto que el cambio climático, debido a la urgencia, en ocasiones está restando protagonismo a la crisis de biodiversidad. Es importante recordar que ambas facetas están muy vinculadas, determinadas acciones contra el cambio climático podrían suponer una amenaza para la biodiversidad, como por ejemplo el actual empuje para aumentar la potencia de energías renovables, si no se hace con cuidado. La información sobra ambas también debe ir de la mano.”, explica Álvarez. Esta portada fue ya en El País, diario para el que lleva colaborando desde 2004 y en el que coordina desde 2020 la sección de Clima y Medio Ambiente que él mismo fundó y desde la que impacta en un millón de lectores mensuales: “Tengo la suerte –relata– de que siempre he encontrado la voluntad de apostar por la información medioambiental en todos los medios en los que he trabajado. Y con El País, desde luego, sucede así: apuestan por el Medio Ambiente y el Cambio Climático, son cuestiones en las que creen, hay espacio y hay recursos “.

“La innovación periodística y la creación de nuevos espacios y formatos narrativos” es una de las características del periodismo de Clemente Álvarez que el jurado destaca en su acta y, en parte, se debe a que su presencia en redes sociales se puede considerar pionera: “retransmití la cumbre del clima en 2009 a través de Twitter, en 140 caracteres. La mayoría de los periodistas estaban pegados a los teletipos o corriendo por los pasillos para poder estar al tanto de las muchísimas cosas que estaban pasando simultáneamente en distintos puntos, mientras que yo tenía abiertas mis redes y podía no sólo saber lo que estaba ocurriendo en varios sitios a la vez, si no que tenía videos de las manifestaciones que había en un punto, las protestas que había en otro… eso fue realmente novedoso. El rigor periodístico y el contrastar las noticias es algo que no ha cambiado y que siempre debe ser así, pero si de pronto hay unas herramientas para llegar a mucha más gente y poder hacer cosas diferentes, me parece que hay que probarlas y usarlas”.

El periodismo de Clemente Álvarez aborda el reto medioambiental desde múltiples ángulos: del peligro de extinción de una especie local a los grandes problemas globales como la deforestación, la desertificación o el deshielo… También considera que se debe apelar y contar con la participación de una gran cantidad de actores: “No es una cuestión –incide– que deba interesar a unos pocos, ni responde a un interés concreto: interesa y afecta a todo el mundo, aunque no le presten atención. Hay algo fundamental en la información ambiental que es acercar las cuestiones medioambientales a la gente. Siempre ha habido mucha propensión a fijarse en selvas lejanas y lugares exóticos, pero es fundamental la labor del periodista para acercar los grandes temas a la vida cotidiana del lector. No se trata solo de que algo tenga un impacto en un lugar remoto, es algo que le va a afectar porque es global”.

Pero en todo caso, añade, “toda información ambiental tiene que estar basada en la ciencia, en conocimiento validado, independientemente del formato, la temática, el canal o el medio. Hay que acercar las experiencias a la gente y conectar con el aspecto personal, pero siempre desde el rigor científico.

Además de formatos puramente periodísticos, Clemente Álvarez tiene trabajos destacados en otros campos de la creación, como el cómic –con  Cuaderno de campo de una vida en Doñana (2019), sobre la vida de Miguel Delibes de Castro, del que escribió el guion–, el teatro o exposiciones colectivas.

Jurado

El jurado de esta edición ha estado presidido por Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, y ha contado como vocales con: Araceli Acosta, periodista especializada en Medio Ambiente; Alberto Aguirre de Cárcer, director editorial del diario La Verdad de Murcia; Laia Alegret, catedrática de Paleontología e investigadora del IUCA, departamento de Ciencias de la Tierra, Universidad de Zaragoza; Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España; José Luis Gallego, responsable de la sección de Medio Ambiente de El Confidencial; Esteban Manrique Reol, director del Real Jardín Botánico, CSIC; Isabel Miranda, redactora de Medio Ambiente en la sección de Sociedad de ABC; Carlos Montes del Olmo, director del Laboratorio de Socio-ecosistemas y catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid; Antonio Vercher, fiscal de sala coordinador, Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo, Fiscal General del Estado, Ministerio de Justicia; y Rafael Zardoya, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC. Laura Poderoso, subdirectora de la Fundación BBVA, ha actuado como secretaria técnica.

 

Nota sobre conflicto de intereses

Para salvaguardar la objetividad del proceso de evaluación, en los casos en que se daba un conflicto de intereses, se ha aplicado el protocolo previsto que obliga a no participar ni en la deliberación ni en la votación de las solicitudes afectadas.